Luis Miguel Avero



mencionado por:

Laura Cesarco Eglin


menciona a:

Gabriel Souto


bio/biblio:

Miguel Avero nació en Montevideo, Uruguay, el 27 de abril de 1984. Desde pequeño se inclinó por la lectura y ya de adolescente, por la escritura. Concurrió al taller literario del escritor Alberto Gallo, donde descubrió un profundo interés por la poesía y el arte de la creación. En el año 2009 uno de sus poemas es publicado en la RIO GRANDE REVIEW (Spring 2009) de la Universidad de El paso, Texas. Actualmente cursa un profesorado de Literatura en el IPA (Instituto de Profesores Artigas).


poemas:


Mar descascarado

Se desintegra la noche
sobre el resplandor de los paraguas,
sobre las innumerables pieles
poco a poco endurecidas.
En los pliegues de la estremecida brisa
aire y agua son lo mismo.
Individuos apurados
pisoteando los espejos
perplejos de la calle.
Nocturna luz
que un humo gris ha suplantado.
La mueca del hombre
en cada esquina
reunida
ante un cielo
desmoronado tantas veces.
El niño y su sonrisa
tras una ventana azul
como el sueño de los peces
y encima de la tierra
un mar descascarado.


Hegemonía

Lo que albergó
nuestro corazón
ayer,
fue perdiendo nitidez
en la humedad.

Antes de que el pecho
se convirtiera en piedra,
antes de que en nuestra boca
se acumularan esas ruinas

la misma ventana
apilaba otros momentos.

Detenido en la distancia
todo lo sublime,
aquellos zapatos
errantes
en los que quisiéramos
volver a estar,

las viejas cicatrices
olvidadas.

No somos los mismos.

Paredes que rodearon
infinitos seres
se alojan ahora
amarradas
en nuestro interior,

el cielo nos observa
como a un desnudo abismo,

el agua establece
su hegemonía celeste.


Aguas

Agua en la mañana alquitranada

o en la noche que cubre
de cartones el amanecer.

Agua en los tejados anidando.

Agua en la explanada
donde olvidaron sus agujeros
negros las estrellas.

Agua incesante,
agua de a ratos.

Agua en el reflejo
que descubre
el ojo en el espejo.

Agua en la tinta de los versos
que no se escribirán nunca.

Agua rebasando
el vaso frío y ahogado
con una gota inestimable.

Agua en el revuelto río
de nuestra paz interior,
donde jamás caminaremos,
donde ni cenizas quedan.

Agua acampando
en torno al ultimo fogón.