Jorge Arbeleche




mencionado por:

Nicolás Alberte
Andrés Echevarría
Mariella Nigro
Elisa Risso
Gustavo Gómez Rial
Mario García


menciona a:

Rafael Courtoisie
Hebert Benítez
Sylvia Riestra
Hebert Abimorad
Mariella Nigro
Silvia Guerra


bio/biblio:

Nació en 1943. Es poeta, crítico y ensayista, aunque su labor literaria de mayor perfil es la lírica. Ejerció la docencia de Literatura, accediendo a todos los cargos por concurso, carrera que culminara como Inspector Nacional de Literatura. Integra la Academia Nacional de Letras, la que presidió durante un período. Es miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Real Academia de la Lengua Gallega. Actualmente es asesor literario del Ministerio de Educación y Cultura.

Ha sido premiado en España, México y Uruguay. En todos los países de América Latina ha sido publicado. Sus poemas fueron traducidos al francés, inglés, portugués, italiano y ruso. Ha participado en numerosos congresos y festivales de poesía en Uruguay y el extranjero, y ha sido jurado en certámenes nacionales e internacionales.
Pertenece a la Generación del 60, también llamada de la crisis.

Por su trayectoria y su obra es un referente cultural de singular relieve y proyección.


poemas:


EL GUERRERO

A la memoria de Enrique Ruiz Corbo

¿Dónde fuiste, guerrero, la batalla a librar?
¿Por qué camino oblicuo te allegaste
hasta el borde del continuo agujero?
Si torcido fue el paso que te llevó hasta el pozo
- o túnel o cloaca o senda o madriguera -
también fue sorda tu garganta de Orfeo
sin antorcha ni Eurídice.
Si al abismo se llega de costado
vos entraste de pie
erguida tu estatura
y entera tu osamenta
para alcanzar – con huella firme
y extendida toda la palma de tu mano –
el secreto encendido del silencio.
Nos dejaste el cuerpo y la sombra de tu sombra.
Intactos.
Pero no nos alcanza.



porque a veces me llego a vislumbrarte
en lo alto o debajo de una escalera rota
vos te quedás arriba y
yo me quedo abajo
otras veces extraviado allá abajo
te miro desde arriba
y más nunca se miran
los ojos y los ojos.

Se quebraron peldaños. Se soltó la polea.


CON MARTHA EN FLORENCIA

Comienza a hacer oscuro y es el frío.
Intemperie.
La tarde entra en el sueño
y torna a su pesebre como
cansados caballos camina a su establo
al deslizarse la nocha por el aire.
La noche cubre el aire.
La noche cubre al durmiente y al insomne.
Ella duerme. Yo velo.
Escucho su respirar acompasado
su batalla de amor contra los días
escucho el palpitar jugoso de sus libros
su espada de palabras y sonidos
Los platos de la cena
quedaron apilados
y en ese rincón de la cocina
- como pájaro durmiendo acurrucado –
se escucha un amplio respirar de vida.
Cada tanto nos vemos
En alguna vuelta imprevisible de las horas.
Y estamos más cansados porque estamos más
Viejos.
Quizá también más tristes. Y acaso más serenos.
Esta es la cuota que nos tocó en la vida
con vida y muerte y amor y desamor
y amor de nuevo
.........................y gana
.....................................y esfuerzo
.................................................y la fatiga.
Y volvemos a hablar
yo le cuento y ella me cuenta y yo le digo
de mi hermano muerto
y juntos recordamos
sus ojos tan azules que azulaban los ojos de los
otros.
Le cuento que una mañana en Benares
(Varanassi la llamaban hermosamente los hindúes)
he visto a un perro
cocmerse la oreja de un cadáver
y le cuento que mi hermano tenía ya
en su cuerpo de luz
el tenebroso color de lo podrido
porque toda la muerte es una sola e igual
y es siempre un acto de barbarie
y siempre su sombra va
delante, detrás, o dentro de nosotros.
Le cuento que pienso a veces
en las nubes como pastores blancos
que preparan la mesa roja de la resurrección
y allí estaremos todos sentados y serenos
mirándonos mirar la cabecera
donde nos estará mirando Dios.


EL OFICIANTE

Intenta arrancar las palabras del silencio
a golpe a veces de martillo o punta de punzón
bloque feroz o muro de clausura
otra de cincel estéril labranza de la piedra
extirpa alternada esquirlas de sonido
polvareda aislada de sílabas o letras
ofrendarlas en altares no se sabe
a qué dioses en secreta oración
plegaria minuciosa desplegada
sobre un eco venido de no se sabe
donde lo desprendido sobrevuela
retorna entonces el reino original
se ve aquello que se escucha
se palpa se huele cada voz
se saborea ya no la piel
sí la semilla se aprende a pelar
cada vocablo de su cáscara
como devotamente se pela cada fruta
se desprende la envoltura sedosa del durazno
hasta alcanzar toda la arruga del carozo
una a una regresan las palabras al silencio
cumplido fuera el oficio de los nombres
lo que no se nombró dormita en la antesala
de la ausencia aguarda el oficiante
la clausura del círculo del rito
la sinfonía frutal se calla reposa
resplandece.

Para Enrique Ruiz Corbo


AUTO DE FE

Escucha
mira
..........palpa
el crepitar el humo rojo
abierto
en la alfombra púrpura de brasas

atrévete
atraviesa
..............imprime

tu planta y
............traga
el hilo salobre de tu lágrima

porque ya estás en el umbral del miedo
y entre su remolino te ves entreverado

avanza
estás dentro del fuego
mientras el viento te arroja a sus hogueras
mientras los otros te miran asombrado

los que nunca
.............escucharon
la mano
............desplegarse
en un bosque humedecido de caricias
cuando chispea el carbón de la mandrágora


EL BOSQUE DE LAS COSAS

Nunca están todas las cosas en su sitio.
Ni antes ni después de la tormenta. Siempre
hay un desborde una arruga un pliegue
fuera de lugar. Una vez sola – a veces –
se juntan la aguja del reloj que da la hora
con el eje del minutero y del segundo.
Pero una sola vez. Y no se advierte.
Porque aquel aire que fue primero brisa
luego ventisca o ráfaga de tornado
no vuelve más al aire. Y el ventarrón
arranca la careta feliz de la sonrisa y muestra
la mueca del dolor y el disimulo
la raja de la angustia electrizada
la que se esconde la que no se nombra
la que se calla la que no se escribe
- pudor vergüenza miedo rebeldía –
la que aparece cuando el verso llega
sin llamarlo y pretende oficiar de bálsamo
o consuelo en tanto el escudero que lo blande
no lo quiere ni blando ni manso ni sereno
porque en combate singular será feroz
torrentoso en combatida antemural filoso
como punta de flecha como lanza venablo
daga sable puñal tijera espada
que destripe el torpe remiendo de la máscara
para mostrar al descubierto al descampado
a cara limpia sin afeites ni adorno
la desdentada faz de la intemperie.

Porque nunca vuelven las cosas a su sitio.
Alguna vez – alguna – forman un círculo
el círculo del bosque. Y desafiando
la ley de gravedad un chorro de agua
se eleva se sostiene y canta. Es una fuente
un surtidor oculto una vertiente un río.
O acaso nada más un caño roto.
Aquí
La nombro fuente
Pues necesito soñar el manantial.

El vuelo de la torcaz borda la siesta.

Con hilo delicado
al tejido del bosque va hilvanando
el tiempo y el espacio de las cosas.

Velan su reposo los cirios encendidos
- sin principio ni fin -
en el regazo sosegado de su Gracia.

A Leonardo Garet
y a Selva Casal

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