GERARDO BLEIER



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Martín Barea Mattos


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Elder Silva
Maca
Macunaíma
Luis Bravo
Eduardo Milan
Roberto López Belloso


bio/biblio:

Gerardo Bleier nació el 26 de noviembre de 1960. Es escritor, periodista y asesor en Comunicación Estratégica. Publico varios libros de poesía entre ellos Ideanimas (Arca) y Cenizas (Artefato) y una novela Cráneo de Vaca (Cruz del Sur). Fue editor general de la Revista Posdata (Montevideo). Director y conductor de programas de televisión: Los Bueyes Perdidos y Motivos (Montevideo). Actualmente es asesor en Comunicación Estratégica de la Presidencia de la República Oriental del Uruguay.


poemas:


Erótica del ser

Cenizas insurrectas
que el cuerpo de la vida lame
y luego sopla
hacia algún lugar.

Apenas eso.

Y el otro.

La doncella de blanco que ilumina el banco de una plaza.

La imagen de un hada que en silencio posa.

El recuerdo de un beso que nos fue negado.

La tibieza de una mano que roza la nuca en el momento preciso.

Apenas eso.

Un cuerpo en tránsito
en otro
conmovido.


Cántaro agridulce

Hazme un lugarcito
a lengua de distancia
del cántaro agridulce
que enjuaga tu alma en mi boca.

Allí donde milagrosamente he sido
esclavo y guerrero.

Allí donde en ocasiones he ansiado quedarme
a beber
eternidad.

Hazme un lugarcito entre las piernas y el espíritu:
allí donde he saboreado
la humedad
de lo que lame tibio
de lo efímero
de lo que dulce sabe
como un jugo de uva que el azar derrama de la mano
al espejo
y de allí al sueño de un dios
perdido
en el tiempo.

Hazme un lugarcito.

Aunque la alteridad a veces
excite

y en ocasiones corrompa,
el espíritu del otro,
lo igual del otro
lo uno.

Si pudiésemos padecer la eternidad
no haríamos trampas.
Ni el uno ni el igual tendrían sentido.

A la hora de la verdad el otro somos.

La imagen de Dios nos unifica.
La finitud. La palabra.

Pero jamás haremos
dos idénticos de lado.
Ni siquiera llorando juntos haremos
dos idénticos de lado.

El miedo nos conduce por diferentes enigmas.

Hazme bella en silencio
un lugarcito
apenas un lugarcito
a un lado del río de vodka.

Un lugarcito apenas.


Una marioneta abandonada

A la hora de las caricias
no hay cuerpo derrotado.

Llorar es otra cosa.
Una manera frágil de nombrar los límites de lo deseado.


Lo que al lamer miramos
embellece.
Lo tocado
arde.

¿En qué lugar habita lo soñado?


¿La esperanza
de ser tocados con pericia alguna vez,
de ser vencidos
aunque sólo sea una vez?

La imaginación de los hombres es espíritu.
Y al espíritu lo esculpe el juego.

Yo soñé un día con una tal Alley Bagget.

Y miré en la pantalla mi rostro en pánico.

Pánico de quedar atrapado en su mirada.

Los pezones alertas. Sus ojos de muñeca arrepentida.
Los blancos dientes de doble filo…
anuncian un mundo mucho más rico que su fotografía.

Con esa promesa soñé yo un día.

Ah! La perfección de las líneas desparejas
con las cuales la imagen expone
como si de un avión que se prepara para aterrizar se tratase
la contundencia de sus pechos rosados.

¡Ah! La boca entreabierta. Por donde respira
el tiempo detenido.

(Se dirá que se trata de un recurso menor,
pero no puede negarse que logra lo que se propone:
llamar al otro a descubrir lo desconocido).

Yo soñé un día con una tal Alley Bagget.

Y desperté con los ojos en cero
como los de una marioneta abandonada.

El olor de ti permanecía zumbando en mi almohada.


El sentido del otro

Muérdeme ásperamente
el lóbulo de carne y cartílago.
Así.
Hasta que sangre.

He pecado. He observado a una astuta modelo
de apellido Bagget, que cobró por posar desnuda
en una publicación de poca monta.
He observado sus líneas sensuales
cuando al alcance de mi mano tu cuerpo reverberaba
en pie de guerra
como únicamente ocurre ante la promesa del amor.

Pero incluso Dios no aspira a tener siempre razón.
¿Cumplen órdenes sus ángeles?
¿Quien dulcificará la realidad
si dejamos de creer en lo que no entendemos?

Yo estaba a punto de hacerme daño.
Alley Bagget
alteró la dirección del desasosiego
y en lugar de la agonía hacia la que amenazaba desplazarme
me condujo a un no lugar
en el que parece se disuelven las explicaciones.

Donde no hay nada que explicar no existe peligro.

He pecado.

Me he dejado encantar
por lo inaccesible.


La sombra

La desnudez de su sombra

(Hojas de sauce agitadas por una brisa)
(Olas de río, remolino)
(Remo hendido)

Agua.

La desnudez de su sombra

(El bucle sobre el hombro. Pájaro)
(Una luz aérea y difusa ilumina lo tibio.
El aire entre las piernas) Desplazamiento leve.
(El vestido derramándose sin hacer ruido)

Mármol que ha de sudar cuando toque a la lengua.

Agua.

La desnudez de su sombra.

Nadie pensó la escena. La poética humana
es sorprendida todo el tiempo por el milagro del azar.
El azar modifica lo que sin estar escrito
puede ser imaginado.


Agua.

La desnudez de su sombra.

(El pliegue de gasa dibuja la silueta:
los senos menguantes
las nalgas como colinas de arena)

La desnudez del cuerpo.

Huellas en la penumbra. La mirada.

Las manos son todavía más bellas.
La sombra insinúa.
El cuerpo dialoga.

Se ha hecho la luz.

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