Álvaro Ojeda




mencionado por:


Alex Piperno
Laura Chalar
Germán Machado
Hebert Abimorad
Andrés Echevarría
Tatiana Oroño
Carmen Borda
Alfredo Fressia
Léonie Garicoïts
Elbio Chitaro


menciona a:

Víctor Cunha
Silvia Guerra
Tatiana Oroño
Roberto López Belloso


bio/biblio:

Álvaro Ojeda, Montevideo 1958.
Poeta, novelista, periodista, crítico.

Libros publicados:

Poesía.
Ofrecidos al mago sueño, Banda Oriental, 1987
En un brillo de olvido, Banda Oriental, 1988
Alzheimer, Ediciones de Uno, 1992
Los universos inútiles de Austen Henry Layard, Último Reino, Bs.As. 1996
Luz de cualquiera de los doce meses, Civiles Iletrados, 2003
Cul-de-sac, Artefato, 2004
Toda sombra me es grata, Artefato, 2006

Prosa.
El hijo de la pluma, Planeta, 2004


poemas:


Luz de cualquiera de los doce meses

Se deja de vivir por motivos imperceptibles,
una figura,
un sueño,
una luz,
no es vértigo es herrumbre,
es la hoja delgada finísima
afilada peregrina del mundo,
es la hoja y el mundo
y es la sombra en un muro vencido,
una carta,
un mensaje,
una desilusión,
la fábrica de las coartadas
en el descrédito de las culpas,
la declaración ajada que cuelga
del último despacho,
una mosca que araña un párpado
en la refriega del verano,
la copa que ella dejó,
el relente de su paso y del paso de otros
en el tapiado vaivén del deseo,
una conjugación,
la última excrescencia de un verbo
que asalta la retina,
el verbo ver,
el verbo he visto en repetida sucesión,
he visto el mundo,
la expresión he visto todo el mundo
y sus consecuencias inexactas
en la retina privada de las cosas
un acto que convoca a otros actos
como un grillo a otro grillo,
un despejado, ilimitado vacío,
un alcor hueco de cenizas,
la quieta, impasible, poderosa
luz de un mes,
agosto, abril, octubre,
una forma de mirar el crepúsculo
derivando dentro de una canoa,
el último río y el sonido impronunciable
de la palabra piedad.


Autistas

Ah Leslie Lemke,
virtuoso oyente de música por televisión,
(no hay sinsentidos en la vida)
ejecuta de memoria lo que apenas escucha,
el concierto número uno de Tchaikovsky
por ejemplo,
la tensa cuerda de un solo de violín
o el grito de una cocinera en el confín de la mañana,
ah Leslie Lemke,
tuyo será el reino del chirriar de dientes
amarillos,
y no te darás cuenta de la monarquía del silencio;
Richard Wawro copia sin cesar cuadros de Leonardo,
atisba en los ojos de la Gioconda
y cree ver la manzana que ocultan
los pliegues de su túnica,
ella se ríe y mordisquea la fruta,
y Richard Wawro copia
un modelo infinito donde lo que no se ve
existe
y sólo los otros autistas comprenden
y no pueden comunicar a nadie;

Kim Peek
(que fue entre otros Dustin Hoffman en Rainman)
conoce los apellidos y los códigos telefónicos
y los códigos postales de todas las ciudades
y los condados
y las comarcas del gran imperio del norte,
y recita 7600 libros de memoria
-exceptuando el Corán por razones de seguridad-
y sabe cada fecha de nacimiento
y jubilación
y quizás de muerte de cada persona
que lo enfrente y le diga cara a cara
quiero saber de mí,
quiero oler el aroma de los bosques de Maryland,
quiero tomar recaudos para mi viuda y mis hijos,
quiero tener un alma inmortal,
quiero saber cuándo caerá mi enemigo,
quiero bailar con la más bella y quiero
poseerla como lo haría Cary Grant
o -concesión a a la modernidad- Tom Cruise,
y lo quiero ahora;

y entre los tres,
la trinidad completa,
no dan abasto,
no pueden sanar, curar, resucitar
la delgada línea de sopor
que una mosca tsé-tsé deja sobre estas páginas
convocadas a sobrellevar el luto.


ARTE POÉTICA

“Si creo que el King’s College está ardiendo cuando no está ardiendo, el hecho de que esté ardiendo no existe. Entonces, ¿cómo puedo pensarlo? ¿Cómo podemos ahorcar a un ladrón que no existe?. Nuestra respuesta puede expresarse así: no puedo ahorcarlo si no existe, pero puedo buscarlo aunque no exista”
Ludwig Wittgenstein

I
En media hora seguramente el cielo
tendrá una ventaja de minutos sobre
los muros,
espacio pequeño que la mano pretende
retener quedamente en la memoria,
(la vista de los huesos)
imposible apartar desde estos patios
la ventaja royendo el muro blanco
que albea diplomado de reliquia,
frente a los vanos ecos de una magia
tonsurada de luz, la breve viga
será profunda morada de pañuelos

II
Campo visual que rige la palabra ocasión,
tierra que se vuelca sobre este pobre sitio
debajo de los muros del King’s College
o de cierta magia taciturna,
iluminada la pequeña vega, la rara flor
campestre,
ocasión de mostrarse en ocasiones
para la escarcha,
solo escarcha vacía desterrada,
volará en dilecta historia de recuerdos
donde amarán los mansos.


A LA HORA SEÑALADA

Podría suponer
–decía David Hume–
que la carta arrojada sobre mi pulcra mesa
ha llegado a destino como una jabalina
lanzada desde el tronco de un hombre innominado
Incluso suponer el vértigo del viaje
los marinos que abrevian las tormentas con humo
las velas que refulgen como un elfo de brillos
el sudoroso mar el negro ponto
y sus breves callejas con cimera espumosa
Llegada está la carta
cadena sucesiva
la suma necesaria no será reclamada
por ningún acto propio
en sí nada ha pasado
el herrumbre es la marca del transcurso del tiempo
la floración o el gusto mohoso de la muerte
en una carta antigua sobre un pulcro escritorio.


ELEGÍA
Y yo que la vi en esta provincia
supe que su espalda era buida
y sepia
como una torre de ante,
supe además que la tintura de ojos,
el maquillaje,
sufre los efectos parásitos del tiempo
como una voz al sol en su paquete
de viejo vinilo

Por la forma cursiva del estuario
volvió como un lanchón dudoso
a remolque de alguna solitaria
madrina,
fue prisionera de los piratas en Bitinia
y tuvo un hijo que murió reinando
en Galacia como eunuco sagrado

Capua lo tuvo,
Diana lo clareó en su alféizar de muertos,
yo no he sabido alejarme de sus ojos.




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