Gustavo Gómez Rial



mencionado por:

Laura Alonso


menciona a:

Jorge Meretta
Roberto Genta
Catherine Wild
Laura Alonso
Alfredo Fressia
Jorge Arbeleche


bio/biblio:

Nací en Montevideo en febrero de 1960. Me llevaron a vivir al barrio Brazo Oriental, donde transcurrió mi niñez y juventud. Allá por 1986 comenzó mi deriva por tierras europeas. Fue así que me asenté en Galicia para olvidar casi definitivamente mi profesión de abogado y dedicarme a la venta ambulante de plantas hasta el día de hoy, yendo y viniendo entre un continente y otro, cargando con mis cuadernos de poesía.

Allá por el 2000, recién divorciado y padre de dos lindos hijos, inicié el Taller Literario de Silvia Lago y Jorge Arbeleche, tratando de reencontrarme con la poesía que tenía relegada desde hacía un tiempo.

Gracias a esto participé con mi obra en varios ciclos de lectura, entre los cuales están “Caramelos y Pimientos”, “De puño y letra”, “Nadie es poeta en su tierra” y “Ronda de poetas”.
El día 18 de junio de 2008 verá la luz mi primer libro titulado A dos distancias (Ático Ediciones).

Amenazo con seguir…


poemas:


VISIONES

Siempre hay un lugar donde confluye el calor de todos los acondicionadores de aire.
Sitio en el que la fragua cumple penitencia.
Llaga imposible donde nunca se barre.

Van a parar allí los frascos que nadie destapa; el
material de desecho de la sala de infecto contagiosos.

Calleja oscura donde acecha el que duerme
y morideros de perros;
acequia
fácil.
Visiones que escapan para beber el agua congelada
y volver a su jaula, con el día.

Un pie embarra cada primavera
(una, de cien,
escapa).
Una de cien florece los almendros,
enamora a las gentes,

llena el río.


¿réquiem?


Han capturado al último.

(inédito)


QUIÉN EMPUJA LA PIEDRA UN DÍA DE CALMA

La sabiduría,
esa señora de fieltro amarillo es
rincón posible para las hojas sueltas
piedra en la bolsa un día de viento, pausa
en la sonrisa. Dos miradas
dicen que se entienden.

Una piedra encima de la mano
en la mano cerrada
en el estómago
en el fundamento
piedras
en el riñón
en los muertos
y en las escolleras

en el arrepentimiento

en la palabra para que tinta
en cada escena
para que recuerdo
la que en cada animal
por si extinto
piedra en los pecados para que remuerdan
para que invente pecado.

La sabiduría
esa piedra que rompe la vidriera
filosofal
ambigua
mercenaria
diente de oro
prostituida
chamán
anciana
compilada
dos más dos
–el imbécil piensa
tarda
pero entiende–.

Pájaro
justo
aprende a volar la piedra apenas pesa
lo suficiente.

(inédito)


POEMA PARA UN BORRACHO QUE CRUZÓ LA CALLE FRENTE A “EL TARTAMUDO”

......................................................“EMBLE estaba pensando:
....................... cavilan sobre el ser hasta que cierran los bares,
.......................... los malcontentos que bien podrían haber sido
........................los raros creativos que necesitan los mediocres”
..........................................................................W. H. Auden


El miedo de los automovilistas pasó tan cerca
que consiguió irrumpir en el poema.

¿Va a justificarse el poeta
diciendo que acababa de leer
una de esas interminables poesías de Auden
e insinuar otro caso de personalidad múltiple?

Pudo él asir beso sostenido
apenas sujeto por la oscuridad.
Reverencias suplicándose labios.
Pero espejó al borracho.
Debió ser beso.
No hay unísono.
Caemos por la puerta.
Nos vemos saliendo llenos de recuerdos frescos,
o frente al escenario, los ojos imantados,
el músico sudando la gota gorda
mientras el sonidista apenas clic
y el de la cámara
derramando sus píxeles
para tomar un primer plano del artista. Si
te fijas bien y apartas un poco la penumbra
detrás de la primera fila alguien se abanica,
alguno más se besa.
Otro,
que bien podría ser cualquiera de los tantos poetas,
se asombra de la pose
guerrillera, casi,
del cámara
o francotirador que ralentiza
(aunque entre la primera voz y el aplauso
ocurrieran apenas veinte nacimientos
al sur de Sansueña,
choque de trenes,
tal vez,
y una definición por tablas).

Afuera el desparpajo. La camisa
naranja y sucia.
No vuelvas a salir.


Los ojos del vocalista venían como de una borrachera.
Su blusa negra. Y, a veces, blanca la voz (sic).
Y el sonidista
apenas clic.

a Jorge Galemire

(inédito)

2 comentarios:

princesa_bacana dijo...

Me gustó redescubrirte tras tantos años a través de tu poesía, Gustavo.

Besos y abrazos.

Patricia
lacajadepandora@gmail.com

Paula Einöder dijo...

Felicitaciones por tu nuevo libro que espero pronto poder leer! Un fuerte abrazo!