Laura Chalar




coordinadora


mencionada por:

Alex Piperno
Magdalena Ferreiro
Andrea Estevan

Gerardo Ferreira
Laura Cesarco


menciona a:

Emiliano Martínez
Martín Natalevich
Fernando Foglino
Paula Einöder
Martín Barea Mattos
Horacio Cavallo
Nicolás Alberte
Sebastián Rivero
Gabriel Peveroni
Álvaro Ojeda
Rafael Courtoisie
Diego Licio
Andrés Bedó
Magdalena Ferreiro
Laura Cesarco


bio/biblio:

Laura nació en Montevideo en 1976. Es abogada, crítica literaria y escritora (no necesariamente en ese orden). En 2005 publicó "por así decirlo" (poesía) con la editorial Artefato. En 2007 publicó su colección de cuentos "El discreto encanto de la abogacía" y obtuvo, con "La maravillosa boda de Uruguay y Finlandia", una mención en el concurso de poesía de Casa de los Escritores del Uruguay. Es co-editora de la revista literaria Versal, editada en Amsterdam (www.wordsinhere.com). En su escaso tiempo libre, escribe reseñas de cine, escudándose tras la identidad, tal vez ficticia, de un anciano reaccionario.


poemas:


Medioevo

(i)

Te llamarás Mencía, Sancha, Berengaria, princesa de los misales, señora de las almenas. Desgranarás telarañas y latines, tus vísperas frías se irisarán de agua. Nadie leerá el nombre secreto que escondiste en tu bordado, justo donde cayó la única gota de sangre que pronunció tu aguja. Para ser raíz de soldado y preste, yacerás toda la noche, desnuda, en campo de plata. Y te has de morir con las manos juntas, como tu estatua.

(ii)

Juan sin Miedo va a cruzar el puente. Ha dejado el puñal dormido entre los doseles de su cama, y vuelan palomas grises rozándole el rostro flaco. Oculto en los pliegues de la capa, un libro de horas susurra latines aterrorizados que él desoye, protegido como va por todos los ángeles de Borgoña y leones rampantes de Flandes. Como una sonrisa negra se estira el puente entre torres: El delfín espera… cruzad. Juan sin Miedo tiene los ojos fríos y la nariz larga: su cara es de mercader bajo el sombrero enjoyado. Cruzad… Campanas, preces que tiemblan. La duda no es sino un pulso, un pájaro alcanzado en vuelo. Calla el silbido agorero (Borgoña y Flandes lo amparan) y el duque atraviesa el puente, paso firme hacia el delfín, hacia el hacha, hacia la muerte.

(iii)

El mercenario y la Virgen conversan en el pequeño jardín cerrado. Ella con capirote azul en vez de corona de oro. Un velo de seda y luz se le derrama a lo largo. Él tiene una cicatriz como una broma nefasta, y quieta su mano oscura sobre la despierta espada. Un ángel aburrido revolotea en torno al cerezo. Por encima de sus voces, ebria de rosa y alhelí, parlotea una fuente. Más lejos, cerca del muro, hay salvia, menta y mejorana. Y más allá, río y muralla, toda una ciudad que reza. María inclina la alta frente, ofrece al Niño que lleva en brazos, y el ángel se queda inmóvil, como pintado en el aire. El Niño sonríe, horrendo, la boca llena de sangre.


Oudtshoorn

Duermen su larga siesta provinciana bajo la pausada luz, palacios de las plumas, espejismo de magnates descalzos, condes y duques del polvo. Aquí está el oblicuo atardecer, señor de los rumores, y la sinagoga ensaya la sonrisa benigna de sus puertas. Duermen su larga siesta, palacios de la nada, y mañana también, presos de ese cielo ahora inmenso y despiadado, guardarán su entraña sombría, la viva penumbra. En el silencio expectante del cortinaje holandés, de la oscura madera, esperarán. Hundidos en un sueño sin voces, hijos del azul rabioso, velarán el dorado de los relojes, los esbeltos escritorios, la frescura acorralada. Todo lo venido de ultramar. El tributo evadido al desierto. El escenario de una vieja obra aplaudida hace mucho tiempo y parece que muy lejos, aunque haya sido aquí mismo, bajo el resplandor sin tregua de este mismo cielo implacable.


Never seen snow

“Can’t believe it”, dice Erkki, “never seen snow before?”, y yo le contesto “no”, pero en inglés, “nou”, y entonces no me dice nada más, pero me abraza. Como quien siente lástima, lo cual es cierto. Seguimos caminando a ningún lado, él despacio porque siempre camina así, yo tentativamente, con la cara hacia arriba y ojos entrecerrados, como si estuviera bronceándome en la playa. Al rato me miro en la vidriera de una tienda, el pelo oscuro estrellado de copos –diamantes en la cabeza de una princesa impostora–, y Erkki me pide que lo lleve al sol, a mi verano, porque él tampoco ha visto nunca un sol que no sea una mentira.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

enhorabuena Laura! felicitaciones por el emprendimeiento compartido! y muy buena selección afectiva...

La fragua dijo...

Qué buenas prosas Laurita. Besos!!

Anónimo dijo...

poesía concentrada. simplemente más realidad que la realidad. hay esperanzas.

Anónimo dijo...

Laura, te felicito, eres una excelente escritora, tus palabras son bellas y armoniosas, me gusta...
Te invito a que visites mi humilde blog...
Todo lo mejor para ti.
Valeria.