Juan de Marsilio



mencionado por:

Álvaro Miranda
Elisa Risso


menciona a:

Carlos Cipriani
Juan Francisco Costa


bio/biblio:

Nací en Montevideo en 1963. Tras empleos en distintas industrias, soy docente de Literatura desde 1991. Desde 1995 estoy casado (monógamo, fiel, católico… y mi mujer y mi hija con una paciencia casi infinita). Aparte de tener textos en varios sitios de la red y haber repartido desde el 2002 numerosos papeles con pedazos de poesía, he publicado los siguientes libros:

Alondras, lobizones, elefantes. Montevideo, Signos, 1990.
La casa y su habitante. Montevideo, EBO, 1991.
La sed y el agua extraña. Toluca, La tinta del alcatraz, 1995.
Pavana para un dinosaurio difunto. Montevideo, Los libros del chancho con alas, 2005.
Futuro. Montevideo, Los libros del chancho con alas, 2006.
48. Montevideo, Los libros del chancho con alas, 2007.


poemas:


VÍNCULOS

A mi esposa

Yo te conozco y te gozo pero nunca podría – ni pediría –
llegar a poseerte ni explicarte.
De un modo que no entiendo,
te das a mí a la vez en flor y fruto
y nunca te marchitas ni concluyes
y cambias siempre y siempre permaneces.
Me doy a ti y en tanto más me doy
más crece en mí lo que de mío tengo.
Profundizo mis vínculos contigo
– no hay que olvidar que vínculo es cadena –
pero vuelo más lejos y más alto.
¡Protéjame el buen Dios de la locura
de cuerdamente metamorfosearte
de milagro – mujer en silogismo,
esquema, horario, plano, organigrama,
mero inventario notarial de bienes
que siempre al ser vendidos en subasta
reportarán un lucro de cenizas!
¡Líbreme Dios de poseerte un día,
que sería perdernos para siempre!


SIN UN ÁTOMO MENOS

De un trabajo al otro
con diez minutos siempre de retraso,
con tres facturas vencidas en el bolsillo,
con una billetera repleta de silencio,
con las raídas ropas,
con un cansancio unánime y milenario,
con la piedra recién almorzada pesándome en el estómago,
con el entero Universo
– sin que me falte un átomo siquiera –
en esta cabeza mía
que aún consigo llevar levantada.


EROS Y NOSOTROS

A mi esposa

Eros influye en nosotros
poderosamente
pero no nos rige.

Una descomedida marejada
era por los inicios de lo nuestro.
Era atroz el placer y era el deseo
unas cosquillas como campanillas
y también como espuelas afiladas.

Los años
han hecho sabio al dios:
el aprendiz
– más refinado y diestro tras el largo ejercicio –
es ahora un maestro en su tarea,
tanto,
que asume sereno y hasta feliz
la soberana prevalencia
de otras fuerzas mejores sobre nosotros.

La misma mano que nos talla arrugas
edifica otra obra
cuyo sentido y grandeza somos pequeños
para apreciar cabalmente.
Basta lo que intuimos, sin embargo,
para fundar como sobre granito
la más alegre de las esperanzas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno. aguanten los poetas escasamente erudictos!!!

Anónimo dijo...

Probablemente lo mejor de este sitio