mencionado por:
Alex Piperno
Laura Chalar
Roberto López Belloso
menciona a:
Gabriel Richieri
Aldo Mazzuchelli
Roberto López Belloso
Dani Umpi
Nelson Díaz
Eduardo Espina
bio/biblio:
Gabriel Peveroni (Montevideo, 1969). Escritor y periodista. Tiene dos hijas: Camila y Julieta.
Publicaciones estrictamente poéticas: Princesa deseada (Graffiti, 1991), Poemas religiosos (Graffiti, 1993), El bordado eterno (Feria del Libro, 1995), mc Morphine (Artefato, 2006). También publicó en diversas antologías internacionales. Incursiona en el teatro, con las obras estrenadas y publicadas Sarajevo esquina Montevideo (2003), El hueco (2004), Groenlandia (2005) y Luna Roja (2006). Y en la narrativa, con las novelas La cura (Alfaguara, 1997) y El exilio según Nicolás (2005).
Autodefinición: Películas de Godard de los sesenta, lecturas varias de los surrealistas y comprender los desatinos del dandy Roberto de las Carreras provocaron el deseo de la escritura poética. Y salieron varios libros, algunos de poesía y varias obras teatrales y un par de novelas. Todo es parte de lo mismo.
poemas:
1.
Montevideo la loca. De calles trastornadas. Y siempre la nostalgia de los paseos sibaritas por el Boulevard Sarandí. Los cafés y los salones. Todos y todas sabían de mis encantos.
Pero una fue la elegida.
No me fui ni quise irme de esa ciudad. ¿Para qué?
Si la guerra seguía lastimando Europa.
Tuve conciencia del escándalo.
Tuve sueños de Oriente y los derramé en cada beldad moderna.
Tuve certeza de mis abismos.
Como ahora, que canto desde esta voz infiel, desde una eternidad
Hecha de licores y gatos.
¿Quieren saber dónde estoy?
En un solo punto, cuando todo y nada suceden.
¿En qué tiempo vivo?
¿Dónde soy, para ser más exactos?
Cuesta relojes entender el tiempo, me había dicho ella, la amada del capitán,
La más hermosa de todas.
Refugiada en su caserón para eternizar su pagana belleza.
¿A quién escuchan, entonces?
¿Para quién canto?
Si aquel siglo, el mío, acabó derrumbándose entre guerras y películas idiotas.
Si aquellas románticas flores, mis amadas, tomaron el poder hasta embriagarse.
Si castillos y palacios dejaron su reino a tétricos rascacielos.
¿Quién puede recordar con simpatía el desastre?
¿Hay algo más triste que ser moderno y detestar la modernidad?
Vuelvo a ella. A Señorita J. La recuerdo entre
Jaleas de Jamaica.
Jazmines Jóvenes y Jubilosos, también entre Joyas y Jacarandás.
Tal la estirpe de mi Jíbara Jugosa y Juliana. Juguete de Joyce.
Ella, por cierto, inauguraba el terror de la belleza.
Había destrozado los espejos y odiaba mis burlas galantes.
Ah, las mujeres casadas, las que rompen para siempre sus gráciles cinturas,
han perdido su nerviosidad excitante y aparecen aplastadas e informes como sacos
¿Quieres un poco más?, le dije.
¿Un poco más de sueños azules y patíbulos naranjas?
No soy tu capitán, ni quisiera serlo.
¿Dónde está la falla en esta historia?
Ah, las mujeres casadas, le decía en las nochecitas ponzoñosas de verano.
Y ella rabiaba, sometida en su cuerpo a las espantosas leyes machistas.
Si tan solo hubiese escuchado a su mano.
A su nerviosa y frenética mano.
La que escribía versos vibrantes y liberadores.
La que tocaba los jugos y jaleas antes de saborear el té de las cinco.
Ah, las mujeres casadas, madres y heroínas de la historia
Como una sucesión de ardores.
Pero ella no. Había optado por detener la máquina.
Ella y la palabra.
Ella y sus senos vírgenes de boquitas hambrientas.
Ella se había quedado sola, impaciente. Viuda.
Y yo le burlaba, la alentaba,
que por lo menos, le decía,
No tienes los senos cansados de dar leche,
Como esos que
Se desparraman y caen hacia el vientre, ampulosos y fláccidos
Como las tetas
Que las etíopes arrojan a su espalda.
(de mc Morphine)
2.
3.
4.
serie titulada “Tres escenas de Hamlet y una moralina” dedicada a Hamlet Machine de Heiner Müller
I
ofelia vestida de rojo espera
anuda hilos en el telar del palacio
mientras dinamarca tiñe de sangre
al amado asesino de su padre
hamlet vacila
tiene en su puño la espada
habla, habla, sin aliento
hunde el filo en el vientre de su madre
él ya es rey de su comarca
en los lagos helados de la locura
hombre y mujer unidos
en incesto bordado
como dos muñecos
II
lo sé
han pasado varios siglos
y las calles que se inundan de gente
y la revuelta
y el olor penetrante
cosacos, soldados de mao o de lenin, plaza roja
nazis, milicianos, obreros
desnudos
muñecos
desnudos
el mismo hamlet
espectador
hastiado de representaciones en el teatro de la basura
hamlet espectador
golpeado hasta la muerte por los guardianes del cerebro
III
frío
nieve
hielo
cortan un brazo al muñeco
cortan otro brazo al muñeco
cortan una pierna al muñeco
cortan la otra pierna al muñeco
hamlet resiste, muñeco
los asesinos resisten, muñecos
una caja dentro de otra caja
frío
nieve
hielo
de la heladera saltan chorros de sangre
sangre de ofelia
estallando su reloj
el tambor que llevaba en el pecho
el luto
brazo, brazo. pierna
pierna
cabeza cortada al muñeco
cinco partes cuelgan de la pared
frío
veneno
basura
IV
el pobre tiene hambre
apunta el revólver hacia la multitud
luego a sus victimarios
el pobre, entonces, lleva el revólver
a su sien
antes de apretar el gatillo
el pobre mira:
allá en el río
junto al muro
un tal hamlet juega a los dardos
con un vencido
bang!
(fragmentos de esta serie fueron publicados en la obra teatral Groenlandia)
sitio web:
www.elexiliosegunnicolas.blogspot.com
www.montevideo.com.uy/groenlandia
Publicaciones estrictamente poéticas: Princesa deseada (Graffiti, 1991), Poemas religiosos (Graffiti, 1993), El bordado eterno (Feria del Libro, 1995), mc Morphine (Artefato, 2006). También publicó en diversas antologías internacionales. Incursiona en el teatro, con las obras estrenadas y publicadas Sarajevo esquina Montevideo (2003), El hueco (2004), Groenlandia (2005) y Luna Roja (2006). Y en la narrativa, con las novelas La cura (Alfaguara, 1997) y El exilio según Nicolás (2005).
Autodefinición: Películas de Godard de los sesenta, lecturas varias de los surrealistas y comprender los desatinos del dandy Roberto de las Carreras provocaron el deseo de la escritura poética. Y salieron varios libros, algunos de poesía y varias obras teatrales y un par de novelas. Todo es parte de lo mismo.
poemas:
1.
Montevideo la loca. De calles trastornadas. Y siempre la nostalgia de los paseos sibaritas por el Boulevard Sarandí. Los cafés y los salones. Todos y todas sabían de mis encantos.
Pero una fue la elegida.
No me fui ni quise irme de esa ciudad. ¿Para qué?
Si la guerra seguía lastimando Europa.
Tuve conciencia del escándalo.
Tuve sueños de Oriente y los derramé en cada beldad moderna.
Tuve certeza de mis abismos.
Como ahora, que canto desde esta voz infiel, desde una eternidad
Hecha de licores y gatos.
¿Quieren saber dónde estoy?
En un solo punto, cuando todo y nada suceden.
¿En qué tiempo vivo?
¿Dónde soy, para ser más exactos?
Cuesta relojes entender el tiempo, me había dicho ella, la amada del capitán,
La más hermosa de todas.
Refugiada en su caserón para eternizar su pagana belleza.
¿A quién escuchan, entonces?
¿Para quién canto?
Si aquel siglo, el mío, acabó derrumbándose entre guerras y películas idiotas.
Si aquellas románticas flores, mis amadas, tomaron el poder hasta embriagarse.
Si castillos y palacios dejaron su reino a tétricos rascacielos.
¿Quién puede recordar con simpatía el desastre?
¿Hay algo más triste que ser moderno y detestar la modernidad?
Vuelvo a ella. A Señorita J. La recuerdo entre
Jaleas de Jamaica.
Jazmines Jóvenes y Jubilosos, también entre Joyas y Jacarandás.
Tal la estirpe de mi Jíbara Jugosa y Juliana. Juguete de Joyce.
Ella, por cierto, inauguraba el terror de la belleza.
Había destrozado los espejos y odiaba mis burlas galantes.
Ah, las mujeres casadas, las que rompen para siempre sus gráciles cinturas,
han perdido su nerviosidad excitante y aparecen aplastadas e informes como sacos
¿Quieres un poco más?, le dije.
¿Un poco más de sueños azules y patíbulos naranjas?
No soy tu capitán, ni quisiera serlo.
¿Dónde está la falla en esta historia?
Ah, las mujeres casadas, le decía en las nochecitas ponzoñosas de verano.
Y ella rabiaba, sometida en su cuerpo a las espantosas leyes machistas.
Si tan solo hubiese escuchado a su mano.
A su nerviosa y frenética mano.
La que escribía versos vibrantes y liberadores.
La que tocaba los jugos y jaleas antes de saborear el té de las cinco.
Ah, las mujeres casadas, madres y heroínas de la historia
Como una sucesión de ardores.
Pero ella no. Había optado por detener la máquina.
Ella y la palabra.
Ella y sus senos vírgenes de boquitas hambrientas.
Ella se había quedado sola, impaciente. Viuda.
Y yo le burlaba, la alentaba,
que por lo menos, le decía,
No tienes los senos cansados de dar leche,
Como esos que
Se desparraman y caen hacia el vientre, ampulosos y fláccidos
Como las tetas
Que las etíopes arrojan a su espalda.
(de mc Morphine)
2.
piso amarillo van gogh
camas en diagonal giran
perdida la batalla de las gotas palomas
papeles recortados unen misterios
bailan viejas canciones
hamburguesas libros de dostoievski el primer juego histérico
nacimiento y muerte
hielo en las hinchazones
trincheras y sillones mutantes
enumero, enumero razones del amor
solo, solo invento la ropa tirada el espejo cuchillos pastillas
sabor amargo en los bordes
piso amarillo girasoles amanecen trescientos días
cada diez minutos prefiero gritar: ADIÓS HIMNO DEL
ALCOHOL
ahora
que
........presiento
..............que escapas
dejando solo al gato.
camas en diagonal giran
perdida la batalla de las gotas palomas
papeles recortados unen misterios
bailan viejas canciones
hamburguesas libros de dostoievski el primer juego histérico
nacimiento y muerte
hielo en las hinchazones
trincheras y sillones mutantes
enumero, enumero razones del amor
solo, solo invento la ropa tirada el espejo cuchillos pastillas
sabor amargo en los bordes
piso amarillo girasoles amanecen trescientos días
cada diez minutos prefiero gritar: ADIÓS HIMNO DEL
ALCOHOL
ahora
que
........presiento
..............que escapas
dejando solo al gato.
(inédito)
3.
hay un frasco de vidrio a tu derecha.
aunque no lo veas, el frasco vigila todo.
se ha movido y ni siquiera te das cuenta.
ahora escupe ese líquido verde.
pensar en todo esto es desagradable,
demasiado desagradable.
debo serte franco:
hay un frasco de vidrio a tu derecha.
el maldito frasco insiste en escupir
aunque te resistas a creer lo contrario.
la luz que se mueve del otro lado del vidrio,
no es más que
la luz que se mueve del otro lado del vidrio.
maldita enfermedad.
pensabas que tu cuerpo, que tu alma, que tu mundo,
miraba a través de un vidrio,
y los psiquiatras contradicen tu pensamiento
contando las pastillas que tu cuerpo,
que tu alma,
que tu mundo,
todos deben tomar cuando sean las diez.
la luz que se mueve del otro lado del vidrio
está dormida,
desea aprisionar por lo menos el reflejo.
aunque no lo veas, el frasco vigila todo.
se ha movido y ni siquiera te das cuenta.
ahora escupe ese líquido verde.
pensar en todo esto es desagradable,
demasiado desagradable.
debo serte franco:
hay un frasco de vidrio a tu derecha.
el maldito frasco insiste en escupir
aunque te resistas a creer lo contrario.
la luz que se mueve del otro lado del vidrio,
no es más que
la luz que se mueve del otro lado del vidrio.
maldita enfermedad.
pensabas que tu cuerpo, que tu alma, que tu mundo,
miraba a través de un vidrio,
y los psiquiatras contradicen tu pensamiento
contando las pastillas que tu cuerpo,
que tu alma,
que tu mundo,
todos deben tomar cuando sean las diez.
la luz que se mueve del otro lado del vidrio
está dormida,
desea aprisionar por lo menos el reflejo.
(de mc Morphine)
4.
serie titulada “Tres escenas de Hamlet y una moralina” dedicada a Hamlet Machine de Heiner Müller
I
ofelia vestida de rojo espera
anuda hilos en el telar del palacio
mientras dinamarca tiñe de sangre
al amado asesino de su padre
hamlet vacila
tiene en su puño la espada
habla, habla, sin aliento
hunde el filo en el vientre de su madre
él ya es rey de su comarca
en los lagos helados de la locura
hombre y mujer unidos
en incesto bordado
como dos muñecos
II
lo sé
han pasado varios siglos
y las calles que se inundan de gente
y la revuelta
y el olor penetrante
cosacos, soldados de mao o de lenin, plaza roja
nazis, milicianos, obreros
desnudos
muñecos
desnudos
el mismo hamlet
espectador
hastiado de representaciones en el teatro de la basura
hamlet espectador
golpeado hasta la muerte por los guardianes del cerebro
III
frío
nieve
hielo
cortan un brazo al muñeco
cortan otro brazo al muñeco
cortan una pierna al muñeco
cortan la otra pierna al muñeco
hamlet resiste, muñeco
los asesinos resisten, muñecos
una caja dentro de otra caja
frío
nieve
hielo
de la heladera saltan chorros de sangre
sangre de ofelia
estallando su reloj
el tambor que llevaba en el pecho
el luto
brazo, brazo. pierna
pierna
cabeza cortada al muñeco
cinco partes cuelgan de la pared
frío
veneno
basura
IV
el pobre tiene hambre
apunta el revólver hacia la multitud
luego a sus victimarios
el pobre, entonces, lleva el revólver
a su sien
antes de apretar el gatillo
el pobre mira:
allá en el río
junto al muro
un tal hamlet juega a los dardos
con un vencido
bang!
(fragmentos de esta serie fueron publicados en la obra teatral Groenlandia)
sitio web:
www.elexiliosegunnicolas.blogspot.com
www.montevideo.com.uy/groenlandia
2 comentarios:
bellos poemas como siempre peveroni...abrazos,
malú
Llegué a este sitio web a través de las lecturas del Obolo Cultural, señadas para La Ronda. Hoy en ella leen Felipe Reyes, Andrea Durlacher, y Pablo Trochon, pero ninguno de ellos aparece en el listado de autores ¿Este listado coincide con el de esa "Ronda de poetas"?
Muchísimas gracias, muy bonito sitio web.
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