Rosana Malaneschii

mencionada por:

Leandro Delgado
Andrés Bedó


menciona a:

Stepahnie Amaro
Maruja Díaz
María Gravina
Dina Díaz


bio/biblio:

Rosana Malaneschii (Montevideo, 1965) . Su obra ha recibido algunos premios nacionales e internacionales y permanece mayormente inédita. Actualmente publica de forma regular en su blog, al que prefiere mantener con seudónimo para honrar las nuevas condiciones de lectura que éstos propician: el placer de leer sin mirar a quien.

Ediciones:

1996
Ediciones de la Feria, “Antología de las menciones” (edición compartida). Montevideo, Uruguay.
Ruptures, la revista de las tres Américas, Nº 12, dedicado a la literatura del Cono Sur de los últimos 50 años, Canadá.

1988
Ediciones Universidad de la República. “Antología Universitaria de Poesía”. Montevideo, Uruguay.

poemas

pero memoria

No es centella,
ni brasa,
ni penumbra,
pero memoria
que lentamente invierte
el orden de la luz.
La vuelve muda.
Como un árbol sin hojas
en silenciosa fronda.


el ayer

El colchón que nadie quiso,
perro abandonado,
se pudre
y con los ojos gime,
se duele.
Como perro duele.
Y trémulo con él,
el ayer.

............El ayer es el perro más abandonado.


el libro

No están
no están los versos
aún cercando la basura
hurgando la memoria
dedo a dedo
hundidos todos
la muñeca hundida
los ojos
de la mujer
lenta basura
el libro
despaginado viento
los poemas de fuego
una mosca
el verso nacarado
en la memoria.


el mendigo en la puerta

Tiene algo de piedra. De piedra densa, pero es un mendigo sentado en la entrada de una puerta. No pestañea, no cierra los ojos, no borra el mundo, la gente, la calle, la vereda, su propia mugre, el portal donde se sienta. Es pura presencia y sin palabras parece que dijera: toda casa tiene su pobreza, su mendigo en la puerta, la mano que pide. Su miseria.

perfección

La negación continua se parece a la gota que horada la piedra y hoy es el día para encontrar una verdad cualquiera. Advertir de golpe, por ejemplo, que el pan en la mesa se llama pan por mera costumbre, pero debiera nombrárselo fracaso. La costumbre es una cara más de lo invisible y Costumbre debe ser el nombre de esa mujer cualquiera y vieja, que cruza la plaza Libertad con la mano extendida. En su invisibilidad es perfecta. Perfectamente oscura y vestida de negro.